... en El Corte Inglés! Así que hoy me he dicho - Sumerjámonos en el grandioso y espectacular mundo del consumismo y del despilfarro capitalista.
Si, hoy me he ido de compras, y me ha sentado que ni un balneario, oiga. Porque se dirá que el ir de compras es cosa de mujeres, pero sea como se quiera, a mí me deja como nuevo. ¿Que eso es mi lado femenino? Estupendo, encantado, todo un placer.
Pues eso, que las compras si, pero solo. A mí me gusta irme de compras yo solito. Creo que es ese atractivo de cruzar la ciudad de cabo a rabo atestado de gente gastando su dinero sin cesar (para que luego digan que España no va bien), entre tanto tumulto y gentío, estando solo, lo que me produce cierta sensación de bienestar. Iría más a menudo (me suban el sueldo por favor...).
El caso es que hay una cosa que no acabo de entender. A lo largo de mi vida siempre he tenido un problema, y es que no consigo descifrar su causa. Tengo una entre-talla, o una talla que no existe, que vive escondida entre otras dos, más altaneras, soberbias y reconocidas por esta nuestra sociedad. Es que mi talla es muy tímida, y casi nunca consigo dar con ella, pero es mía y sólo mía (mi tesssoro), y de nadie más al parecer. Esa una de las causas que me inducen a pensar que pueda ser un "desplazado social". Poco a poco iré explayándome con esta teoría, no nos precipitemos. El caso es que aunque no sean mi talla, hay prendas que me sientan bien. Justo igual que con la gente, siempre hay alguien que me sienta como un guante y alguien que mi pica más que un jersey de lana. Lo que me crispa es que tampoco encuentro mi talla en la gente.
Es curioso, por otra parte, que no se puede ir buscando una cosa. No señora, ¡no se puede! Y usted dirá - ¿Y porqué no se puede? - yo le contesto, no tema - Pues ¡porque no! - Porque basta que busques una cosa para que no la encuentres. Ya puedes preguntar, mirar, comparar, rebuscar, remover... Que nada. Lobatón lo tenía más fácil, era poner una foto en la tele... y ¡ala! Pues nada, trescientos millones de tiendas que no tienen lo que busco. Ahora, hay un truco. Sólo hay que saber dejar de buscar a tiempo, justo justo para que, tras desistir y rendirme a la obviedad de la no-existencia en esa infructífera persecución, ello aparezca. Justo a tiempo, 30 segundos antes de irme. Creo que hemos acertado.
PD: Hoy he tenido el inmenso placer de amenizar 2 minutos de mi tarde con un mitin del Partido Popular en la Puerta del Sol. Menos mal que hacía rato que había digerido mi almuerzo. Eso no se hace, por dios...