30.3.04

A destiempo

Hace tiempo leí en una revista, no recuerdo realmente si era en una revista o en internet, pero aceptaremos revista, que en invierno la gente se siente más susceptible a los cabreos, al mal humor en general, que existe cierta apatía en esa época del año. La explicación venía dada por las horas de luz. Un científico de alguna parte había llegado a la conclusión que el salir de casa cuando todavía es de noche, irse entonces a trabajar o a clase antes de que la primera luz aparezca entre las penumbras, y terminar la jornada sobre las seis de la tarde (si es laboral, si es de estudios... ni te cuento) cuando está apunto de anochecer, genera un estado de ánimo muy bajo.

La verdad es que salir de noche y volver de noche sin haber disfrutado de unos pocos minutos de luz para tener vida propia es algo que a mi particularmente me cabrea. Y además, por si fuera poco, me adelantan la hora y salgo a la calle a las siete de la mañana que bien podrían ser las once de la noche y yo irme de copas, pero no. Vengo a pringar.

Encima llueve sin parar, y me estoy encogiendo ya de tanta agua. A ver si me entra ya la primavera por lo ojos.

Broca Nº 8

Armado con un martillo, un destornillador de estrella, cuatro tacos, 5 viles trozos de madera, una bella Black & Decker y mi sudor, me he dispuesto esta tarde a poner una puñetera balda que tenía pendiente. Pero ella es más fuerte que yo, y reposa en el suelo del tendedero, riéndose bajito, para que no la oiga, de mí, y del tamaño de los agujeros taladrados en mi pared, y del polvo que llena mi habitación, y de mis gritos de ira...

Si ya lo decía el de Bricomania - Rápido, fácil y para toda la familia - Si si. Que cabrón.

28.3.04

Marketing Horario

- Entonces ¿A las dos son las tres? ¿o es al revés?
- Que no, que hoy no se cambia la hora... Ah, espera, que si.
- Es que lo han dicho en la tele.
- ¿La tele? Bueno, es que no suelo verla, pero aun así, a mi Windows me la cambia el solito...
- Pues si, que a las dos hemos de adelantar los relojes y ponerlos en las tres.
- Pues es un atraco a mano armada. Esos 60 minutos son míos, leñe.
- Pero no digas tonterías, si te va a dar igual. ¿No ves que se hace para ahorrar energía?
- Pues mira, me importa un comino para lo que sea. Si da igual, que no la cambien. Aunque bueno, me los voy a pasar durmiendo el domingo...

25.3.04

Zona de descarga

- Pues esto ya está.
- ¿Ya? ¡Qué rápido, doctor! Todavía estoy un poco aturdido.
- Bueno, pericia que se da uno... No se preocupe, se le pasará en cuanto tome el aire.
- Y... ¿Realmente funciona?
- Si, si, no lo dude. Está teniendo un gran éxito en Europa. Ya son miles de personas las que lo han probado, y su nivel de vida ha mejorado.
- No sé yo... Es que todavía tengo mis reservas.
- Mire, no sea usted tonto. Si es muy sencillo. Sólo tiene que coger el cable que le hemos injertado, enchufarlo a la toma de corriente, y a cargar. En 6 horas estará usted listo.
- ¿Y si se va la luz?
- Bueno, en tal caso, tendrá usted que recargarse a pilas, pero tendrá que volver a pasar por quirófano para que le injertemos la caja de alimentación electro-voltaica, y serían... unos 4700 €, pero también es muy efectivo.
- Y ¿me podría poner también melodías polifónicas? Hay que joderse.

Bye, Mr. Marshall

Cuando todos los niños en clase eran preguntados por la profesora - ¿Qué es lo que queréis ser de mayores? - unos decían - ¡Yo bombero! ¡Yo futbolista! ¡Yo quiero ser bailarina! ¡Yo torero! ¡Yooo, yoo, señoooo! ... - levantando la mano muy alto y hablando todos a la vez, atropellándose. Sin embargo a mi profesora de primaria le extrañó mucho mi respuesta - ¿Yo? - dije tranquilo - Yo quiero ser americano.

Y qué tendría yo en mente en esas tiernas edades para querer transformarme al crecer en un ciudadano de tierras estadounidenses... Pues la verdad lo desconozco, o más bien no puedo acordarme. Pudo ser causa de los dos años de mi edad más temprana que pasé en Méjico, hasta que cumplí tres primaveras, y nos vinimos de vuelta a España. Claro que por aquel entonces yo ya era ampliamente conocido como "el gringuito". Me atiborraba a chile (nunca ha dejado de gustarme) y hablaba por los codos. Mi mote era algo evidente, como no podía ser de otro modo. Pelirrojo, pecoso, más blanco que una lavadora, como dice mi tía. Y ¿qué les vería yo a los yanquis entonces?

Siempre me ha gustado la imagen yanqui de estudiante de instituto de los 60-70, con el Would You Still Love Me Tomorrow? de las Shirelles sonando de fondo, en algún local con forma de hamburguesa gigante, bebiendo batidos, hablando de carreras de coches, de chicas, de aventuras... La "América" de las caras guapas y coches bonitos me gustaba, sin duda. Claro que, ya más tarde, evocando la "América" de los 70, con su Vietnam, sus hippies, el rock'n'roll (oh yeah!), admito que tiene un punto de romántico que me atrae. Fríamente, ahora pienso en los Estados Unidos con cierta pena.

Os habéis convertido en un país tiranizado, capitalizado, aislado, donde todas aquellas esperanzas firmadas por Los Padres de la Patria han muerto ahogadas entre el polvo y los billetes manchados de sangre que sin pausa acumuláis, sin el más ligero atisbo de remordimiento. Os odíais entre vosotros y nos teméis a todos con un pavor que os hace tremendamente peligrosos.

Yo, yo ya no quiero ser americano, lo siento. No está hecho para mí el "American Way Of Life" que nos quisisteis meter por los ojos.

Pero más lo siento por vosotros.

23.3.04

Memoria selectiva

Hubo una fiesta con mucha etiqueta, muchas serpentinas, mucho alcohol... como suele estilarse en toda nochevieja que se precie. Bebimos, reímos, cantamos, bailamos... Por supuesto, difícil de recordar bien todo aquello. El caso es que recuerdo yéndome sólo a las 8:30 AM a casa a dormir la mona, mientras el resto se quedaron. Sé que hubo un bajón moral, provocado por un recuerdo. Lo que suele estilarse en algunas borracheras.

A la mañana (tarde) siguiente, recuerdo haberme levantado, haber comido, y haberme vestido para salir a la calle. Tenía que hacer algo, algo importante. No sabía qué, claro, pero algo tenía que hacer. Empezaba un año nuevo, el viejo se quedaba atrás, y yo quería que conmigo sucediera lo mismo. Así que me puse las botas, me abrigué, bajé las escaleras y emprendí el camino a la cima de un cerro cercano. Cuando lo coroné, me senté en una piedra, solo, dedicado a pensar cosas que no recuerdo y cambios que ya he olvidado. Me fumé un cigarro, respiré el último rayo de sol, tal vez se me cayó alguna lágrima, y finalizada mi metamorfosis bajé de nuevo al mundo.

No recuerdo qué quería cambiar, qué quería dejar de ser y en qué quería convertirme. Qué habría muerto y qué sería lo que habría nacido, no puedo ya decir. Pero si recuerdo esa tarde, y aquella puesta de sol.

22.3.04

Generación espontánea

Es curioso, a veces existen relaciones entre las cosas más dispares de este mundo. Por ejemplo, un catarro galopante y la época de exámenes. ¿Y en qué se parecen? Pues en qué leches va a ser, en los viajes a la nevera.

Es blanca, grande, silenciosa. Sólo sobresalta a veces cuando se pone a zumbar - ¡Click! Fummm... - pero a parte de eso, se porta bien. Está llena de imanes con frutas, un jugador de fútbol de hace la tira del Atleti (Pantic creo recordar), triangulitos del Telepizza... Incluso algunos imanes que perdieron su figurita. Sujetan pequeñas notas, y alguna receta. Algunos de esos papeles podrían contar la historia de este país, os lo aseguro.

Abres la nevera. Echas un vistazo. Joder, no hay Dan-Up. Bueno, tal vez quede alguna Coca-Cola, o alguna Pepsi (hay que tener de tó). Nada. ¿Aceitunas? ¿Unas "olivicas"? como diría uno que yo me sé. Que no. Bueno, me comeré un quesito (si, que pasa, a mi me gustan). Me voy a mi cuarto.

Vuelvo a la cocina. Y por supuesto sigue sin haber Dan-Up, ni Coca-colas o Pepsis, ni "olivicas". ¿Otro quesito? No, paso. ¿Fiambre? Es que a estas horas... Al final me bebo un vaso de agua y tan campante. Me vuelvo al salón a moquear.

Hola nevera, ¿qué tal? Nada, yo por aquí, pelín jodido con la mierda de congestión nasal. Y tú ¿qué? ¿Te ha brotado algo dentro que me pueda gustar o apetecer? No. Pues nada. Nos vemos dentro de un rato.

21.3.04

Amaneceres urbanos

7 AM.

Acabo de emprender la ruta hacia la cama, abandonando discretamente la gloriosa noche, que realmente implica el adiós a la esencia de mi fin de semana. Me voy feliz y triste a la vez. O es la noche la que se me escapa.

Hace frío, no mucho, pero frío. Una pequeña brisa me acaricia la cara y acompaña mis pasos, erráticos a priori, pero que me guían firmemente y poco a poco a mi destino. No tengo prisa, ya no hay urgencia. Como el caballero derrotado en la batalla, no tengo necesidad de galopar de vuelta.

Mis andares son lentos, remolones, vagos. Contemplo los escaparates de las tiendas, los maniquíes, que parecen mirar a lo lejos a una tarde de parque de viernes, tumultuosa, viva, íntima. Esperada.

La ciudad se ve bella, dormida todavía, cuando una tenue luz gris que se refleja en mis pupilas la baña progresivamente. Cruzo una calle, un parquecito. Tiene un pequeño jardín lleno de hortensias de colores que acaparan la atención de una bandada de palomas blancas que vuelan raudas frente a mi figura.

Quién diría que una ciudad podría inspirar tanta tranquilidad y tanta paz. No quiero llegar a mi casa, no quiero admitir que esta noche ha acabado.

Aún te tengo en mis labios.

19.3.04

Como las mareas...

... subo y bajo. A veces me guía la Luna, otras me basto yo solito.

¿Tendré tanta fuerza como el mar? Hombre, salao soy un poquillo...

18.3.04

Píntame un cordero

Vivía en un pequeño planeta, no más grande que una casa, donde crecían esporádicamente baobabs. El planeta era tan pequeño que podía verse atardecer hasta 43 veces en un día, si uno se daba prisa. Los atardeceres te alegran si estás triste, decía. También tenía dos volcanes en actividad, y uno extinguido que deshollinaba periódicamente.

Un día en vez de un baobab nació una rosa hermosísima que le cautivó. La regaba con amor todos los días, y la rosa le pidió una campana de cristal de cristal para protegerse de las inclemencias del tiempo, y él le dedicó su vida entera, hasta que decidió partir del planeta arrastrado por una docena de cisnes hacia nuevos mundos, y le dijo adiós.

Yo no soy un príncipe, ni te encontré en el desierto tras un accidente de avión. No sé ver elefantes dentro de serpientes, pero si sé mirar a las estrellas. Tú sin embargo te asemejas más a la rosa de ese cuento. No sé si tienes cuatro espinas, pero quiero decirte que a mi no me gustan los cisnes.

16.3.04

Balanceando

Cómprate una bolsa de pipas. Seguro que alguna te hace escupir, mientras que la mayoría están muy ricas. Para eso tengo un amigo que siempre tira la última pipa que le queda, por si le sale mala. Yo me la comería aun así...

Es cuestión de equilibrio, cosas positivas, cosas negativas... Pese a que hace años estudié algo relativo a la entropía, en este mundo existe un equilibrio innegable. Otra cosa es que yo ande desequilibrado, pero entre eso y que pertenezco a un ghetto de desplazados sociales, nos vamos a otros temas.

Pues eso, que más vale que me sucedan cosas muy buenas, a poder ser este fin de semana.

15.3.04

Firmamento

Son esas lucecitas que brotan de nuestras mentes afortunadas. Suben, como un globo escapado de la mano de un niño una tarde de feria, hacia el cielo, donde se enganchan y brillan contemplándonos desde lejos. Forman dibujos que inspiran bellas formas, historias, leyendas... Basta con querer unir unas cuantas para que de su nexo florezca una historia maravillosa. Son portadoras de sentimientos, sentimientos tan tan fuertes que escapan a la razón y a la gravedad y fluyen hacia el infinito, quedándose enjaulados dentro de ellas. Y es de ellos de lo que se alimentan, quedando prendidas de la bóveda celeste y esperando a que el día termine y el Sol se acueste para poder iluminar con su sentir los corazones de los pensadores.

Yo ya tengo mi estrella, sólo una, y pienso mucho en ella...

PD: Por si un día te vuelves fugaz, querría solicitar ahora y de manera formal mi deseo. Gracias.

14.3.04

Interiorismo

Hoy que el amanecer hizo despertar al mundo un día más, me siento como una pequeña hormiga a lomos de una hoja en un río desbocado. No sé que significa todo lo que está sucediendo, estoy aturdido y un poco confuso. No sé que pensar con estos cambios tan importantes. Es como si esa pequeña hormiguita tratara de arrastrar una pirámide. Me viene grande. Es como si te dan una ostia, pero desproporcionado.

Me quedo con mis cosas, con mis pequeños e insignificantes problemas, con mi trabajo, mis estudios, mis hobbies (para los que aún dispongo de un par de minutos), mis amigos, mi "malvada" (ya sé que no eres mía, pero me gustaría...) Es mi vida y tengo que llevarla hacia adelante. Hoy he sonreído, y sé que he de luchar por seguir haciéndolo.

13.3.04

Y tristeza

Ya no hay odio. Sólo tristeza y dolor.

12.3.04

11.3.04

Odio

Si señor, odio profundo y asqueroso es lo que siento en estos momentos en los que por azar tal vez estoy delante del ordenador y no muerto por una de las bombas de las estaciones de Renfe de Madrid, en Atocha, el Pozo y Santa Eugenia (a 500 metros de mí), que es la suerte que han corrido otros tantos inocentes que hacían uso de ese servicio de transporte.

Siempre parece cogernos de lejos el sinsentido de terrorismo de ETA, pero esta vez no, no señor, esta vez estos grandísimos desgraciados han decidido destrozar la vida de cientos de personas (los muertos se cuentan a puñados...), varias de ellas conocidas por mí.

No sé ni que sentir.

PD: Adjunto un correo que me ha llegado hace un rato:

Hace años que no sé nada de ti ni de tus sueños de libertad. Y aunque nunca leerás esto, quiero decirte que la libertad no pasa por la muerte de cientos de inocentes, no pasa por sembrar de cadáveres nuestras calles en nombre de un pueblo que en su gran mayoría os detesta y os desprecia. La libertad no llega con el tiro en la nuca ni con niños masacrados camino de clase. La libertad que prometéis a vuestros jóvenes, engañándolos y envolviéndolos en una bandera que mancilláis cada día, no existe pues ninguna libertad se justifica con sangre. Esos jóvenes; vuestros hijos, vecinos, amigos, a los que inculcáis el odio injustificado, son sólo carne de cárcel. Ese es el futuro que les estáis regalando. No hay ni habrá credibilidad porque cada bomba suena más fuerte que mil palabras. Y las borra, y les niega el significado. No hay ni habrá ideales que valgan más allá de la ilógica perpetuación de una enfermedad, la vuestra. Porque estáis enfermos. Porque sois la basura que ensucia y avergüenza un país precioso. Me dais asco, Iker. Sólo sois escoria.

Esta tarde, cuando vayas a buscar a tu hijo al colegio Berrozpe en Andoain, mírale a los ojos y explícale lo que habéis hecho. Como si fuera un cuento, dile que había unos trenes, y mucha gente en ellos. Dile que papá y sus amigos, sin ningún motivo, los han matado. Enséñale las imágenes, los cuerpos, las viudas, los huérfanos, la sangre y las ambulancias. Después, si puedes, cuéntale tu sueño una vez más. Y deja que él decida. Espero no tener mañana que odiar a tu hijo como te odio a ti. Si le quieres, no hagas que él sea como tú. Si le quieres, no le condenes.


Edit: Ahora que todos sabemos quienes fueron los desalmados que cometieron semejante barbarie, la carta que publiqué no tiene el mismo peso respecto a los hechos, pero aun así la mantedré porque siempre tendrán mi más profunda repulsa.

9.3.04

Propaganda electoral

¡Vótenme! Y estableceré días de 36 horas.

¡Ah! Y jornadas laborales de 7 claro.

7.3.04

La travesía

Él se enroló en un barco hacia las Américas un 12 de Octubre. Ni siquiera pensaba en ser marinero de nuevo, tan sólo pasaba por allí, pero se encontró de grumete en uno de los barcos más majestuosos del puerto y no pudo rechazar las ganas de formar parte de ese viaje.

Hacia tiempo, había naufragado en alta mar, en un viaje largo en el que había puesto todas sus ganas y esperanzas. Fue debido tal vez a su inexperiencia, a su exceso de confianza... que sé yo.

En aquella ocasión un golpe de agua despiadado lo cogió desprevenido. Las olas arremetieron contra su desvalido e insignificante cuerpo durante días, zarandeándolo, acabando con sus ya de por sí mermadas fuerzas, y arrastrándolo finalmente a la costa de una isla desconocida e inhóspita, donde pudo aislarse del mundo que había conocido. Allí, gracias a su esfuerzo o simplemente porque la vida continua, sobrevivió meses hasta que volvió a la civilización antes conocida por él. Aquello le cambió, y guardó una astilla del barco clavada en su cuerpo para impedir que el recuerdo de su naufragio fuera borrado por el tiempo de la misma manera que aquel golpe de mar lo borró a él de la cubierta de esa embarcación.

Al poco de zarpar sintió que volvían a su ser todas aquellas sensaciones pasadas: la brisa nocturna a la luz de las estrellas acurrucado en una manta en la popa, el primer rayo de sol de la mañana que solitario corta las aguas del cielo, el olor a sal tras una mar revuelta que se impregna en la ropa, el suave mecer de las olas que lo acunaba a media tarde... Siempre supo que era por todo aquello, por cada sola sensación por lo que merecía la pena el viaje.

Él sabía que el viaje iba a ser duro, incluso a pocas millas de puerto. Volvió a luchar contra los elementos como nunca antes lo había hecho, con fuerzas crecientes y desconocidas. Son esas ocasiones inesperadas las que dicen sacar lo mejor de uno mismo.

Ese viaje merecía la pena y él lo sabía, pero nunca conseguía que el velero siguiera el rumbo fijado. Lluvias, tormentas, nieblas, viento en contra... Una vez más. Le faltaba la experiencia de un viejo lobo de mar, de un capitán con la tez curtida por mil soles en alta mar, pero eso no iba a impedirle dar todo lo que estaba en su mano.

Sabía que podría sobrevivir a otro naufragio. Ni los siete mares podrían acabar con su vida, pero el dolor de otra astilla, esta vez mucho más profunda, sabía que lo consumiría. Lo que puede hacer un insignificante trocito de madera.

Sin embargo, hoy, alrededor de las 10 de la noche, la brisa de poniente se transformó en vientos del sur que infló las velas con un brío inesperado, impulsando la embarcación como nunca en ese viaje había ido. Una sonrisa surcó su cara, y un atisbo de satisfacción se dejaba entrever en su mirada.

Tal vez, y sólo tal vez, este viaje fuera el que él llevaba tanto tiempo esperando.

5.3.04

Licantropos...

Hoy he sido un hombre-lobo aullando una noche más a la Luna llena.

No me transformo a menudo. De hecho hay meses que ni sucede, sin embargo hoy si.

El problema es que se me ha atragantado una de tus balas de plata.

3.3.04

Libre Mercado

- Hola buenos días.
- Buenas, buenas. ¿Qué va a ser?
- Pues mire, quería medio kilo de sensaciones y 300 gramos de tiempo libre por favor.
- Vaya, no va a poder ser, se acaban de llevar lo ultimito que tenía.
- ¿Y no le queda nada?
- Pues no hijo, no. Si eso para la próxima a ver si hay suerte.
- ¿Y cuando es eso?
- Para dentro de una vida o así.
- Pero si yo sólo quiero sentir un poco...
- Que si que si... Señora, ¿qué quería?

2.3.04

Ya es primavera...

... en El Corte Inglés! Así que hoy me he dicho - Sumerjámonos en el grandioso y espectacular mundo del consumismo y del despilfarro capitalista.

Si, hoy me he ido de compras, y me ha sentado que ni un balneario, oiga. Porque se dirá que el ir de compras es cosa de mujeres, pero sea como se quiera, a mí me deja como nuevo. ¿Que eso es mi lado femenino? Estupendo, encantado, todo un placer.

Pues eso, que las compras si, pero solo. A mí me gusta irme de compras yo solito. Creo que es ese atractivo de cruzar la ciudad de cabo a rabo atestado de gente gastando su dinero sin cesar (para que luego digan que España no va bien), entre tanto tumulto y gentío, estando solo, lo que me produce cierta sensación de bienestar. Iría más a menudo (me suban el sueldo por favor...).

El caso es que hay una cosa que no acabo de entender. A lo largo de mi vida siempre he tenido un problema, y es que no consigo descifrar su causa. Tengo una entre-talla, o una talla que no existe, que vive escondida entre otras dos, más altaneras, soberbias y reconocidas por esta nuestra sociedad. Es que mi talla es muy tímida, y casi nunca consigo dar con ella, pero es mía y sólo mía (mi tesssoro), y de nadie más al parecer. Esa una de las causas que me inducen a pensar que pueda ser un "desplazado social". Poco a poco iré explayándome con esta teoría, no nos precipitemos. El caso es que aunque no sean mi talla, hay prendas que me sientan bien. Justo igual que con la gente, siempre hay alguien que me sienta como un guante y alguien que mi pica más que un jersey de lana. Lo que me crispa es que tampoco encuentro mi talla en la gente.

Es curioso, por otra parte, que no se puede ir buscando una cosa. No señora, ¡no se puede! Y usted dirá - ¿Y porqué no se puede? - yo le contesto, no tema - Pues ¡porque no! - Porque basta que busques una cosa para que no la encuentres. Ya puedes preguntar, mirar, comparar, rebuscar, remover... Que nada. Lobatón lo tenía más fácil, era poner una foto en la tele... y ¡ala! Pues nada, trescientos millones de tiendas que no tienen lo que busco. Ahora, hay un truco. Sólo hay que saber dejar de buscar a tiempo, justo justo para que, tras desistir y rendirme a la obviedad de la no-existencia en esa infructífera persecución, ello aparezca. Justo a tiempo, 30 segundos antes de irme. Creo que hemos acertado.

PD: Hoy he tenido el inmenso placer de amenizar 2 minutos de mi tarde con un mitin del Partido Popular en la Puerta del Sol. Menos mal que hacía rato que había digerido mi almuerzo. Eso no se hace, por dios...

1.3.04

Zapatos viejos

De esos usados, con los que has caminado miles de kilómetros de calles de ciudades perdidas, de bares, de plazas y parques...
Con los cordones con las puntas desgastadas, que cuando se salen de los agujeros no hay cristo que los meta.
Con manchas de esas que no se van ni a la de tres, de las que se emplazaron en la puntera el mismo día que decidiste ponértelos para una ocasión especial. Piensa que gracias a ellas, ya no te preocupó que se ensuciasen.
Sin agujeros, eso nunca, que son de los buenos (y que duren).
Con "solera". Si si, con las plantillas retorcidas del calorcillo de los pies, y que cuando te los has quitado y se han enfriado, se doblan a su antojo. Son pliegues con arte.
Con un lado de la suela más desgastado que el otro, que te hacen pensar que tu forma de andar pueda ser mejorable. Creo que a las personas se las podría clasificar por la forma de desgastar la suela de los zapatos: por dentro, por fuera, como dice Coronado, por la puntera, por el talón... Si es porque te pisan las guardaremos en un apartado especial.
Con la lengüeta rebelde por naturaleza, que nunca queda centrada. Y es curioso, porque cuando los abrochas si se queda, mmmm...
Son de esos que te compraste en las rebajas de nosesabehacecuantotiempo y que en su momento no te gustaron especialmente, pero que ahora no te quitas ni para dormir (si si, algún sábado que otro es cierto).
Nunca te hicieron rozadura, pero te tuviste que acostumbrar a ellos, y ellos a ti. Hasta en las pequeñas cosas existen las interacciones, no te creas.

De esos zapatos, yo soy el izquierdo. Seguro que tu pie, cenicienta, encaja a la perfección en el otro.

PD: Oler no huelen, eso es verdad.