Todos juntos
Tras haber luchado duramente, cual máquina tentaculoide, contra Morfeo (aunque creo que el mío no lleva esas gafas sin patillas soy-el-puto-amo) esta mañana, o bien podría decir esta cuasi-madrugada, he podido disfrutar durante dos horitas y media de las calles y de los coches de ésta nuestra ciudad, Madriz.
Dado que las obras propuestas para mejorar el acceso a la emetreinta todavía no consiguen que me crezca la barba en la excursión diaria al tajo, hoy un señor camión de escombros a tenido a bien repartir su carga equitativamente por todo el ancho de la calzada de nuestro bienamado cinturón metropolitano. La consecuencia ha sido que, andando de espaldas, con una pierna rota y el coche a caballito, hubiéramos llegado muchísimo antes (que no lo digo yo, que mi compañero y chofer lo corrobora) a la desviación en la que hemos conseguido, al fin tras más de una hora y media, abandonar dicho tumulto. Para que luego digan los obispos esos de las narices que en la manifestación del sábado pasado contra las bodas homosexuales se reunieron uno de los grupos de personas más multitudinario de la historia del país. ¡Ja! Como se notan que viajan en coches oficiales ¿eh?
Dado que las obras propuestas para mejorar el acceso a la emetreinta todavía no consiguen que me crezca la barba en la excursión diaria al tajo, hoy un señor camión de escombros a tenido a bien repartir su carga equitativamente por todo el ancho de la calzada de nuestro bienamado cinturón metropolitano. La consecuencia ha sido que, andando de espaldas, con una pierna rota y el coche a caballito, hubiéramos llegado muchísimo antes (que no lo digo yo, que mi compañero y chofer lo corrobora) a la desviación en la que hemos conseguido, al fin tras más de una hora y media, abandonar dicho tumulto. Para que luego digan los obispos esos de las narices que en la manifestación del sábado pasado contra las bodas homosexuales se reunieron uno de los grupos de personas más multitudinario de la historia del país. ¡Ja! Como se notan que viajan en coches oficiales ¿eh?
Pues eso, que hoy me he comido un atasco de agárrate y no te menees. Pero ha tenido sus cosillas, no se crea, señora. Por ejemplo, cuando con la ventanilla abierta y con un tono de "me río por no llorar" mezclado con un bostezo y su consecuente estirada, y algo de "estoy hasta los huevos" he dicho a voz en grito - ¡Cagonlamar! ¡Tanto madrugar pa' esto! - y una chica que conducía unos de los 3 trillones de coches que nos rodeaban me ha espetado - ¡Pues tú que has dormido, que los que no nos hemos acostado! - He de reconocer que por un momento me he quedado fuera de juego, pero luego con un alarde de ingenio le he contestado - Pues nada, no te preocupes, échate una siestecita, que hasta que nos movamos te da tiempo. - Afortunadamente justo después el coche de delante se ha movido y la hemos perdido de vista, porque me parecía ver como sus ojos destellaban levemente.
Nuestra segunda anécdota del día acontece en un semáforo de una de las cientos de callejuelas que hemos cruzado, un poco a la aventura, para ver si llegábamos a la prima hermana de la afectada: la emecuarenta. Viendo que el semáforo no tenía intención de dejarnos pasar y que a mi izquierda había una panadería, he saltado del coche y raudo y veloz me he agenciado una bolsa de seis cruasanes rellenos de chocolate y de ¿grasa?, y un biofrutas transmediterráneo. Y aún me ha dado tiempo de montarme de nuevo en el coche unos metros más adelante.
Y para culminar: el goce de obtener el merecido reconocimiento a nuestra decisión de cruzar medio Madriz para alcanzar la mencionada emecuarenta por parte de un taxista al que le hemos preguntado cómo huevos podíamos llegar hasta ella - ¡Pues habéis hecho muy bien, si señor! ¡Pero que muy bien! - Y es que somos la caña, señora.
Lo único que cuando hemos llegado no nos ha quedado más remedio que incorporarnos en sentido contrario puesto que la salida que habíamos de coger se hallaba "en obras" (que raro, en esta ciudad...), por lo que hemos estado a puntito de volver al barrio tras casi dos horas de viaje.
Para cuando llegábamos al trabajo me decía mi compañero de aventuras - A estas alturas podíamos haber llegado a Zaragoza. Que digo Zaragoza ¡Estaríamos de camino a Tudela! - Más razón que un santo... Que asco de atasco.
Y mira que nunca oímos un disco de emepetrés entero en el coche... Pues hoy, tres. A ver mañana.