15.12.04

Ignorante

A mi padre le dió hace unos días un ataque de ansiedad con alguna otra complicación que desconozco. Está tomando varios medicamentos y no tiene muy buena cara.

Y yo me he enterado hoy porque no he ido a trabajar y he comido en casa con todos, y al verle tomar unas pastillas le he preguntado, aunque me ha costado enterarme no obstante. Pero, la verdad, no sé de que me sorprendo, si me entero de que se va de viaje (Egipto, Marruecos, Singapur...) porque no viene a dormir.

Menos mal que los seres humanos somos muy desarrollados dentro del mundo animal y tenemos una gran capacidad de comunicación.

Hay que joderse.

Autodestructibles

Si alguna vez os llega un mensaje al móvil que ponga que ese mensaje se autodestruirá en 5 segundos, créedoslo, porque lo hará. Y entonces los relojes se detendrán, los pájaros silenciarán sus piares, y soñaréis despiertos.

¡De veras! Dicen que a mí me a pasado... Pena de no haber podido guardarlo, pero son cosas del destino.

14.12.04

Me lo pido

Conozco a una persona que todos los años escribe una carta a los Reyes Magos con todo aquello que desea (¿no se trata de eso?), sea o no posible, con lo que hoy yo voy a hacer lo propio, porque al pobre Papá Noel, o Santa Claus, o como sea se le ha denegado la correspondencia.



Queridos, apreciados y bienamados Reyes Magos:

Sin rodeos. Quiero:

Un AMD64 con placa y memorias a juego, no entraré en detalles, se supone que sois magos y que sabéis cúal quiero; un TFT de diecinueve pulgadas de los de ocho milisegundos de respuesta, Samsung a ser posible; y una fuente Levicom de chorrocientos watios. Ah, y una grabadora de DVD's de doble capa, Plextor, negra.

Una tele plana, con euroconectores (de una vez), porque el divx que se compró mi madre pasa por el video y se ve a rayas. Y que sea grandecita, que pese a que en mi última revisión el médico me dijo que tenía la vista estupenda, las catorce pulgadas de la que tenemos ahora hacen un poco difícil el leer los subtítulos de algunas películas, o simplemente los "Nueva York - 11:42, hotel St. Clark" y similares que aparecen en Expediente X (menos mal que el narrador lo dice en alto)

Ganas de poner la segunda balda de mi cuarto, que mi hermano está hasta las narices de tener una caja con mis trastos en el suyo, y yo tengo ganas de volver a ver mi colección de chupitos al completo (y si me mandáis algún chupito chulo, pues mejor que mejor) Bueno, y si le añadimos ganas de ordenar a fondo mi habitación, pues no estaría de más, ya puestos... Venga, que seguro que para sus majestades eso no es nada.

Una X-box, con lector DVD del bueno, de los que leen CD's también, que estos de Microsoft están hechos unos linces.

El carné de conducir. No me importa que os cueste un par de intentos sacármelo, no pasa nada, hombre, que pasa en las mejores familias. Tres fallos es aceptable (con tres se aprueba ¿no?)

Y luego un coche, claro. Diesel. ¿Conocéis los Mini Cooper? Que bonitos son los de 160 caballos. Verdes oscuros, con el techo como un tablero de ajedrez. Fácil ¿no? Con lector de MP3 incluido. Y cargador de CD's. Y navegador de abordo. Y ya.

Pantalones y cazadora de snowboard Eider, por ejemplo. Azul claro estaría bien.

Un pisito, con dos baños. Bueeeeno, uno, para que no digáis que pido demasiado. Donde queráis, pero no seáis malos que os denuncio al sindicato.

Salud, alegría, paz y buen rollo... para todo el mundo, claro.


Chas gracias, atentamente, hobbes.




Bueno, de todo esto tal vez consiga la tele, que mi madre se la quiere comprar, y las ganas de poner la balda de mi cuarto. La ampliación del ordenador es algo que es posible que suceda, aunque correrá de mi bolsillo. El carné de conducir, pues más me vale ponerme de una vez, y el equipo de snowboard, que la verdad me vendría más que bien, pues igual me lo compro en Andorra dentro de dos semanas si veo alguna oferta considerable.

Y ahora lo que deseo de verdad es que las cosas buenas que suceden y que me están sucediendo sigan así. Estoy muy contento en líneas generales este año, y es principalmente porque mi sonrisa tiene una culpable. No quiero que eso cambie. ¡Qué mejor regalo que ese! Aunque ese regalo no me lo han dado los reyes magos, es el mejor que nunca he tenido.

13.12.04

Hagan juego

Estoy convencido de que me tiene que tocar, o bien la Quiniela, o bien el Euromillón (que hace poco le cayeron a uno cuarenta y tres milloncejos de euros, oiga, que se dice pronto), pero los resultados se empeñan en convencerme de lo contrario.

Con lo cabezón que soy yo.

11.12.04

Otras vidas

Cuando rehicieron el piso de enfrente tras el incendio, se instaló allí un profesor de contrabajo cubano de unos cuarenta años. Tras la primera visita de mi madre (siempre ha ido a saludar a los nuevos vecinos) pudimos observar que era una persona estupenda y muy divertida.

A lo largo de este tiempo yo no he tenido mucho trato con Manuel (es así como se llama), puesto que tampoco suelo andar mucho por casa, pero durante el verano oía desde el rellano a las tres y cuatro de la madrugada las risas y la música de sus reuniones con sus amigos. En ocasiones unos cuantos se juntaban a tocar y a cantar. Desde el primer momento, y sin conocerlo apenas, me cayó bien.

Hoy ha venido a comer a casa habiendo aceptado la invitación que escasas dos horas antes le había hecho mi madre. Manuel siempre le regala entradas para la Zarzuela (es músico de la comunidad) o para sus conciertos, y supongo lo menos que podía hacer mi madre en agradecimiento era invitarle a comer con nosotros. Durante la comida he podido conocerlo un poco más, y la verdad que es una persona alegre y simpática, y sobretodo muy interesante.

Hemos comido sopa de ajo (que mi padre hace muy rica) y muslos de pavo deshuesados y rellenos. La sopa de ajo le ha gustado bastante, y como hablamos sobre ella, la conversación ha tornado hacia menesteres gastronómicos. Tras una explicación de cómo se hacen “las migas” (plato al que por supuesto está invitado), nos ha contado una sopa que hacían cuando estuvo en Rusia: La Sopa de Piedra.

Cuando en Cuba existía una estrecha relación entre este país comunista y la antigua Rusia, muchos eran los que allí iban a trabajar con una mano delante y otra detrás, y Manuel fue uno de ellos. El dinero no sobraba, obviamente, y cuando se veían con los bolsillos vacíos y sin nada que echar al puchero, cogían cuatro piedras grandes, las lavaban con fruición, y las echaban a una enorme cazuela con agua a hervir. Cuando sus compañeros de trabajo, rusos en su mayoría, veían que la comida que iban a tomar consistía en agua hervida con piedras (para coger sabor), se alarmaban de su incipiente falta de materias primas y les llevaban cebolla, verdura, patatas... y al final Manuel y sus compadres se llevaban la cazuela, sacaban con cuidado las cuatro piedras y se tomaban alegremente la sopa que habían cocinado. La Sopa de Piedra es algo que nunca puede olvidar.

Pero lo que más ha disfrutado de la comida ha sido el postre. Mi padre le ha preguntado si quería una toronja (un pomelo, rojo). Sus ojos se ha abierto como platos y nos ha contado que estando en Cuba, un mes al año, cuando el comunismo de antes del noventa y nueve, se iba a la Isla de la Juventud. La Isla de la Juventud era (y debe seguir siendo, eso ya lo desconozco) una isla pequeñita dedicada en su integridad a la producción de cítricos. Allí pasaba el mes entero recogiendo toronjas y comiéndolas todos los días.

Nos ha contado que su padre, desde pequeño, le decía – Hijo, tú a los comunistas debes de decirles siempre que sí a todo, que es lo que a ellos les gusta, y luego cuando te pongan a trabajar, demuestra que eres incompetente para ese puesto. – Y así fue como en todos los puestos que desempeñó siempre se prestaba voluntario y siempre le decían – Manuel, chico, tienes mucha voluntad para todo, te voy a hacer encargado – Y siempre consiguió puestos de poca labor y de mayor notoriedad.

Y así se ha ido comiendo su toronja con aguardiente como un niño pequeño, y tras los cafés los he dejado en el salón, desde donde los oigo charlar animádamente.

9.12.04

Nervios

Yo no soy una persona vergonzosa, ni mucho menos, pero el martes estuve recuperándole a una ñiña muy especial un montón de datos que un virus (más malvado aún que ella) le había borrado del disco duro.

Estuve gran parte de la mañana y, tras comer allí, un rato por la tarde. Y entonces los conocí. Yo creo que no les he causado mala impresión (me importa mucho el qué puedan pensar de mí), pero hacía mucho tiempo que no me sentía tan cortado, aunque igual no se me haya notado.

Su madre parece bastante simpática (con su padre prácticamente no hablé), y como es madre y no es tonta, no tardó mucho en intuir quién era yo, por lo que aprovecho un momento telefónico de su hija para satisfacer su curiosidad sobre mí. Al despedirme, los dos (padre y madre) se levantaron y nos acompañaron a la puerta (incluso su hermano) y aquello parecía ya una audiencia real. Muy agradecidos por todo se despidieron, comentándome que ya nos veríamos alguna otra vez que viniese de Madrid y nos marchamos.

Ahora que ya no estamos tan nerviosos, ella bromea al respecto, y traviésamente me invita a cenar al chino con sus padres. Y a mi me encanta verla tan gamberra.

4.12.04

Carterooo!!!

Soy un ser un tanto pegajoso con 251 megabytes. 250 en mi correo de hotmail y uno solitario que reniega de serlo, jejeje.

2.12.04

Importancia

Todos sabemos que hay cosas que importan en esta vida. Unas más, otras menos... Pero cuando hay cosas muy importantes, es necesario saber porqué son de esa relevancia.

Para ello hay que realizar una introspección hacia uno mismo y preguntárselo. Siempre se obtendrá respuesta, y con ella podremos saber qué lugar ocupan esas cosas que tanto nos importan, y porqué.

Ella es tremendamente importante. Y me gusta que lo sea, tengo esa gran suerte.

En una playa que conozco se ha levantado la brisa y la arena resbala por las dunas del fondo mientras que pequeñas y blancas crestas juegan al escondite con las gaviotas en el mar. Huele a sal. No estoy solo, su mano estrecha la mía, y sus ojos brillan.

1.12.04

Eso es

A veces siento una tranquilidad rara. Es como si de repente todo estuviera en calma, nada se moviese, o sonase, o simplemente nada existiese.

La serenidad rodea este sentimiento, a la par que una claridad mental inusitada. Pero no como cuando tienes la mente clara para pensar, sino originada por la inactividad, por el vacío.

Es como si paseases por la playa y la arena fuera completamente lisa, sin arrugas ni ondulaciones, sin brisa, sin mareas. Es un cielo sin nubes, sin sol, sin estrellas. Es un mar en calma, como un plato, donde no se ven los ribetes de la espuma del mar. Es un bosque de árboles sin hojas, en otoño. Es un libro de hojas en blanco donde no sé por cual voy.

Es algo que siento de vez en cuando, como ahora. Es algo que se me pasará. En definitiva, es algo normal.